lunes, 11 de junio de 2007

EL DESCUARTIZADO DE PUENTE ALTO
El puzzle de Hans Pozo


#Quería tener un taller mecánico, terminar sus estudios y, con un poco de suerte, salir de la miserable vida marginal que llevaba. Abandonado y echado de todas las casas en donde vivió, la historia de este joven es la misma de cientos de otros adolescentes excluídos del sistema: pasta base, robos, cárcel, violencia y prostitución. Esta es la ruta de Hans, que empezó mal y terminó con su cuerpo esparcido en dos comunas.
Un día Hans Pozo entró a la pequeña oficina de Susana Díaz, inspectora del Centro de Educación Integrada para Adultos (CEIA) de San Ramón, donde él estudiaba.
­Me gustaría ser como usted ­le dijo.
Sentada detrás de su escritorio, Susana lo miró con sorpresa.
­¿A qué te refieres, Hans?
­Me gustaría ser moreno... como usted
­Pero si tu eres un rubio hermoso ­le respondió la inspectora, intrigada.
­Por rubio me botó mi mamá.
Hans Pozo sabía que sus tíos no eran sus padres y que su madre biológica nunca lo había querido. A Susana Díaz le tiemblan las manos cuando recuerda aquella primera conversación que tuvo con el joven, que entonces tenía 15 años. "No era hijo del mismo padre y era el único rubio entre sus hermanos. Me contó que su mamá era tanto lo que lo castigaba, tanto que le decía que todo lo hacía mal, que llegó un momento en que lo tomaron y lo entregaron a los tíos cuando tenía cuatro años".
Hans cargaba con ese pasado y, silenciosamente, tomaba conciencia de lo que le había sucedido, mientras su vida comenzaba a caer en picada: se volvió adicto a la pasta base, robó, mintió, lo echaron de dos casas, dejó la escuela, estuvo tres veces en prisión, pasó por una comunidad terapéutica y presumiblemente se prostituyó, hasta que sus restos aparecieron esparcidos en dos comunas de Santiago.
Poco antes de su muerte, Hans Pozo caminaba como un fantasma por el paradero 30 de Santa Rosa, donde confluyen las comunas de La Pintana, San Ramón y La Granja. Los edificios chatos y feos del sector fueron entregados en 2002 por el Serviu. Allí viven feriantes, empleadas domésticas y obreros de la construcción, apretujados en pequeños departamentos por donde se filtran los ruidos de las piezas vecinas, los olores del almuerzo y la humedad del invierno. Muchos de ellos conocían a Hans, lo veían pasar por la polvorienta y reseca calle Venancia Leiva, pero a nadie le importaba realmente la suerte del muchacho que dormía en un camión. No tenían por qué. En la villa hay decenas de jóvenes como él, que, en rigor, son decenas de historias similares: chicos que no terminaron su educación, que no consiguen trabajo estable en ninguna parte, que no tienen planes para el futuro y que gastan el poco dinero que obtienen en droga.
Así que cuando este joven de 20 años desapareció, nadie lo echó de menos. Ningún familiar ni vecino del sector puso una denuncia por presunta desgracia. Si hubiera muerto de un tiro, apenas habría ocupado dos párrafos de la sección de breves de cualquier períodico. Pero el destino de Hans fue aún más terrible: recibió dos balazos en la nuca y su cuerpo fue descuartizado. El principal implicado en el crimen, Jorge Martínez, dirigente sindical, funcionario de la Municipalidad de La Pintana y microempresario, se habría suicidado cuando Carabineros llegó hasta su distribuidora de helados ubicada también en Venancia Leiva.
Entonces la vida de Hans comenzó a ser importante: su rostro apareció en las portadas de los diarios, los canales de televisión quisieron saber más de él y resultó que él tenía mucho más que contar de lo que se pensaba.
Cuando su madre lo abandonó, vivió con sus tíos Francisco Pozo y María Caro en una modesta casa del pasaje Las Violetas, en La Pintana. Pero a los 16 años ya había comenzado a consumir drogas y a robarle a su familia para comprar más. La situación se hizo insostenible y lo echaron. El chico rubio y de ojos claros fue acogido a los pocos días por Angel Ahumada y Mónica Cabello, un matrimonio que atiende un almacén de la misma población. Le habilitaron una pieza en el segundo piso del negocio. "Era extremadamente limpio y ordenado. Se bañaba tres veces al día, le gustaba andar aseado", afirma Ahumada.
Durante el tiempo en que Hans vivió con ellos, trabajó instalando cerámica en edificios, asistió a un templo evangélico "y fuimos a ver varios partidos del Colo Colo. Una vez lo llevé al estadio a ver la Noche Alba", cuenta Ahumada. "Mientras se portó bien lo quisimos, pocas veces le llamé la atención. Pero cuando nos dimos cuenta que había vuelto a la droga y que robaba cigarros del almacén, tuvimos que echarlo. Mi señora, con quien él tenía más confianza, lo llevó a una comunidad terapéutica".
Eso fue en 2001. La comunidad era Caleta Sur, que trabaja con jóvenes marginados para reinsertarlos a la sociedad. Hans era un adolescente que, antes de cumplir 18 años, había abandonado sus estudios, había sufrido el rechazo familiar y la violencia de la calle y tenía una vida miserable. Necesitaba emprender el camino de retorno. "Fue un joven de sonrisa cálida, de gesto amable, de mirada triste y de presencia silenciosa. Lo conocimos y aceptó nuestra compañía. Ese vínculo nos permite hoy mencionar y resaltar estas características, las de un muchacho bello, pero profundamente herido", dice una carta publicada por la organización en su página web.
Un año después, uno de los monitores de la comunidad lo acompañó a matricularse en el CEIA de San Ramón, que recibe a niños que han sido echados de otros colegios, con problemas delictivos o víctimas de violencia intrafamiliar y abusos. De los cerca de 600 alumnos que tiene el establecimiento, un 70 por ciento ha probado alguna vez la pasta base, calcula uno de los profesores, "y cuando se les pregunta qué quieren ser cuando grande, responden 'lanza' internacional. Por eso, más que darles conocimientos, les entregamos una formación valórica", admite el docente.
En la escuela, ubicada en plena población La Bandera, Hans pasó octavo básico con promedio 4,8 y primero medio con un 4,9. Su profesor de Matemáticas lo recuerda como un buen alumno, inteligente, sobre la media de su curso. "A veces se sacaba nota máxima. Él podía, pero traía consigo una gran desilución", agrega.
No hay un solo árbol en el colegio y las puertas y ventanas están enrejadas. Durante el recreo, los estudiantes salen a un patio de cemento, donde hay un kiosco, una mesa de pinpón y paneles con información ecológica y de actualidad a cargo de los mismos jóvenes. En ese mismo lugar, Hans se mostró como un chico reservado y callado. No hablaba con muchos de sus compañeros, pero hizo varios amigos. Uno de ellos, Mauricio Pérez, dice que Pozo era "alegre y entretenido, bueno para poner apodos, a mí me decía Cabeza de muela. A veces íbamos a la plaza a tomar y a fumar, pero no era pastero cuando lo conocí, sólo fumábamos marihuana".
Susana Díaz, la inspectora, abre un libro de clases y muestra las anotaciones de Hans: "Emitió comentarios en clases. Se compromete a cambiar"... "Alumno se adapta con facilidad. Trabaja y se comporta excelente"... "No presta atención en clases".... "Esta vez estuvo muy correcto. Demuestra que puede cuando quiere". Nada muy distinto al resto de los estudiantes, aunque tenía algunos problemas de conducta: una vez robó 10 mil pesos a una profesora y culpó a otros alumnos. En otra ocasión, cuando ya había abandonado la comunidad terapéutica, pidió que lo alojaran en una pieza de la escuela y se robó una manguera. Lo echaron. Después consiguió que una junta de vecinos le prestara una salita para dormir, pero con unos amigos intentó robar un equipo de sonido de la sede social. Lo volvieron a echar. Hans terminó durmiendo en un camión de feria.
"Yo no lo retaba. Le decía que esas cosas no eran para él, que si tenía tanto dolor, no tenía que ensuciar su imagen. Yo le daba consejos como de mamá", señala la inspectora, con quien Hans tuvo una estrecha relación. "En un momento preciso ­añade­ él me pidió permiso para decirme mamá. Me dijo la quiero como a mi mamá. Incluso habló por teléfono con mi hija y le preguntó si ella podía compartirme, si le podía dar un pedacito de su mamá. Mi hija le dijo que bueno y él le daba las gracias".
"Un día se me acerca y me dice mami, me estoy portando bien, me estoy sacando buenas notas, ¿me podrías comprar unas zapatillas?. Las que tu quieras, le respondí. ¿En serio?, preguntó... Estaba feliz. Días después, a un colega se le ocurre mandarlo a comprar cigarros. Nunca más volvió", relata Susana con amargura. Según la inspectora, esa fue su manera de autocastigarse. "Él sabía que había cometido un error y que yo lo iba a retar. Y para él, los retos míos eran muy dolorosos".
Semanas después, Hans volvió al CEIA. Quería terminar segundo medio. "Me pidió por favor que lo matriculara de nuevo, que quería estudiar. Yo le dije: hijo, tu siempre me dices lo mismo y después no vienes a clases, si tu no vienes, vamos a tener que conversar los dos. Quiero estudiar, quiero cambiar, mami, te prometo que voy a cambiar, me decía.
Pero no lo hizo".
Susana cuenta que, pese a todo, nunca lo dejó de ver. Cada tanto, Hans regresaba a la escuela, un día para presentarle a su polola, Linda Baeza, otro día para anunciarle que iba a ser padre y después para presentarle a su hija, que nació en 2004. Su relación con Linda duró apenas tres años. Quienes lo conocieron en ese período recuerdan que Hans estaba enamorado de ella, que de verdad quería cambiar, que soñaba con instalar un taller mecánico, armar un auto y viajar al extranjero. Incluso intentó conocer a su madre, Ada del Carmen Vergara. En 2005 consiguió la dirección con Carabineros y fue a tocarle la puerta. La experiencia fue traumática: un vecino cuenta que ese día lo echaron a gritos e insultos.
Tampoco conseguía trabajo: intentó ser aseador en un supermercado y luego buscó que le autorizaran lavar autos en el estacionamiento del mismo lugar, pero volvió a robar y finalmente los guardias no lo dejaban acercarse. En ese período cayó, al menos, tres veces en la cárcel: en diciembre de 2004 estuvo preso por hurto en la Cárcel de San Miguel. Meses después volvió con una condena de 61 días por el mismo delito. Su última detención fue en febrero de 2006, por consumo y porte de marihuana. Tenía seis tatuajes en el cuerpo, uno de ellos un Cupido que se lo había hecho en la cárcel.
"Lo vi hace unas semanas, ni me reconocío. Caminaba con la cabeza gacha y ya no se veía tan limpio como cuando lo alojábamos aquí", cuenta Angel Ahumada. La inspectora Susana Díaz también recuerda un día en que se cruzó con él en la calle: "Lo encontré tan flaco y desaseado... tenía una mirada caída, y él me decía no mami, si no estoy flaco, estoy bien".
Pero la última vez que tuvieron noticias de Hans fue cuando apareció su rostro triste y desganado por televisión. Era una foto del archivo de Gendarmería, la misma que acompaña este artículo. Habían identificado al descuartizado. Análisis dactilares y el tatuaje de Cupido habían servido para dar con el nombre de la víctima. Era él: Hans Pozo Vergara. El teléfono de la casa de Susana Díaz sonó de inmediato. Era la directora del CEIA:
­Persignate, te tengo una mala noticia ­le advierte.
Susana pensó que había pasado algo en la escuela
­¿Sabes quién era el descuartizado?... ¡Hans! Anda a ver las noticias.
"Perdí la noción del tiempo, mis piernas no se movían. Frente a la pantalla, lo único que quería era que se tratara de una equivocación, hasta que mostraron su foto. Era mi niño. Aparecía con sus labios gruesos... No tuve consuelo. Llamé a mi hija y no podíamos hablar las dos".
Socialmente, Hans había muerto mucho antes. Esta era sólo la confirmación de su muerte física.

Medio: EL MERCURIO
Autor: Gazi Jalil F..¶
2006-04-15

martes, 15 de mayo de 2007

Reportaje Caso Orias

El hombre que degolló al sacerdote italiano Faustino GazzieroLa satánica profecía de Rodrigo Orias Eran pasadas las cinco de la tarde del sábado 24 de julio cuando Rodrigo Orias entró con paso firme a la Catedral Metropolitana. Había recorrido los dos mil kilómetros que separan a Coyhaique de Santiago para cumplir con la misión que dijo le había encomendado Satanás: asesinar a un sacerdote católico.

No dejó hablar a su madre. Esperó la voz de ella al teléfono y le largó la frase. "Mamá, no volveré. Vende todas las cosas que hay en mi pieza. Cuando sea el momento sabrás dónde estoy". Y colgó. A Rodrigo Orias se lo había tragado la tierra hacía dos días, hasta que ese domingo feo y frío del 4 de julio su madre adoptiva, María de la Luz Gallardo, recibió el breve llamado y la todavía más corta explicación.
Desde ese día y hasta que tres semanas más tarde la mujer y su marido, Víctor Orias, se enteraron por los noticiarios que su hijo era el asesino del padre Faustino Gazziero, ambos habían rastreado todos los rincones de Coyhaique en que el muchacho de 25 años podría estar. No lo encontraron en la población Gabriela Mistral, tampoco en los alrededores de la Plaza de Armas ni en las casas de los amigos. Rodrigo Orias no estaba o, mejor dicho, había viajado primero a Concepción, y luego se marchó más arriba del mapa, hasta una pensión en la calle García Reyes, cerca del centro de Santiago, a sólo 18 cuadras de la Catedral Metropolitana, donde el sábado pasado debió cumplir con "el mandato".
GénesisHay dos bandos en el entorno de Orias: los que no se explican qué le pasó y quienes estiman que lo sucedido en la Catedral es el resultado de un proceso que se venía gestando desde hace años. Aunque en la Escuela Agrícola de Coyhaique lo recuerdan como un alumno regular, bueno para los deportes, obediente y solidario, en la otra cara se ocultaba su fanatismo por Tolkien y Lovecraft, y por el death metal, el rock más satánico de todos. A medida que iba creciendo, su numeroso grupo de amigos de la población se redujo a quienes compartían sus gustos musicales. En la adolescencia el joven seguía tranquilo, con escasos gestos afectivos, pero su apariencia era extravagante para la zona: pelo largo, pantalones militares y bototos, pero eso no aproblemaba a su familia. Como todos "los de negro", el nombre con que bautizaron a la pandilla.
Entre todos fueron construyendo un discurso antirreligioso que más tarde se transformó -como ellos lo expresan- en abierta adoración a Satanás. Rodrigo partió con la remodelación de su pieza, la que cubrió de afiches, uniformó en negro y decoró colgando los cuernos de un chivo. Pero nada de eso lo sabía su familia. Orias mantenía su rincón con candado.
El "Respi" -como le decían en el colegio- mantenía contacto con grupos similares al suyo fuera de Coyhaique. Según relata un ex compañero de colegio, solía decir que amigos del norte le enviaban discos y revistas relativas al death metal. Con ellos mantenía correspondencia y les depositaba dinero para conseguir artículos imposibles de encontrar en Coyhaique.
Los gustos de Orias para algunos de sus conocidos no pasaban de ser una extravagancia. Sin embargo, hay testigos que aseguran que hace rato Rodrigo y sus amigos habían pasado del discurso a la acción. Según relata el cuidador del cementerio de Coyhaique, en varias oportunidades hallaron rastros de ceremonias satánicas en el recinto. Primero fueron algunas cruces invertidas, luego el saqueo de algunas tumbas y, más tarde, el sacrificio de algunos perros vagos con cuya sangre escribían algunas consignas satánicas en los mausoleos. Eran episodios aislados, pero que en la ciudad los recuerdan, como aquella vez que identificaron a Orias entre el grupo que roció vino tinto en la capilla Inmaculada Concepción en la población Los Ciervos.
La familia Orias aprendió a convivir con los cambios que experimentó el mayor de sus hijos. Lo mismo ocurrió con la comunidad de Coyhaique que dejó de sorprenderse con los desmanes cada vez más frecuentes en el cementerio y en algunos templos católicos. Así como surgieron los llamados "satánicos", meses antes habían aparecido los "raperos", un grupo que por meses causó alarma pública por asaltos y vandalismos. La lectura en la zona es que estos grupos son el reflejo de la frustración de los jóvenes que no pueden cumplir con sus expectativas. Por eso, Orias no es un caso único. Sólo en su grupo se contaban al menos 15 jóvenes y en la ciudad habitaban otras cinco pandillas que se declaran "satánicas" y cuyos miembros vagan, toman y provocan desórdenes todos los días en distintos puntos de Coyhaique. Para sus compañeros de trabajo, familiares y algunos amigos, Orias no era un joven distinto. Lo describen como tranquilo, sin atisbos de rebeldía, responsable y solidario. Así lo recuerdan los profesores de la Escuela Agrícola, donde egresó en 1997 y donde tres años después se graduó como técnico agrícola.
Es por eso que tras egresar, el ingeniero Raúl Morales lo llamó para colaborar en algunos proyectos del Instituto Forestal, entidad dependiente de Conaf. Su trabajo allí estaba orientado a realizar inventarios forestales, tarea que lo obligaba a salir de Coyhaique por varios días. Estaba bien evaluado, tanto que cuando Morales decidió independizarse, lo llamó para colaborar en su empresa.
"Rodrigo era un joven cualquiera. Llamaba la atención por su pinta, pero uno lo interpreta como una moda como tantas otras que han llegado", señala Morales.Su familia aún no se explica la transformación de Orias. Un sector sostiene que el cambio más radical se notó tras enterarse de que María y Víctor Hugo no eran sus padres biológicos. "Se enteró por terceros -dice un tío- y eso fue doloroso, porque ellos habían buscado el momento para decírselo".
ExodoEntre lo que le quedaba de la devolución de impuestos y de la mísera venta de una guitarra eléctrica, a Orias le alcanzó para comprar el pasaje en bus entre Concepción y Santiago y pagar los $ 40 mil que la dueña de la pensión ubicada en García Reyes 90 le cobró por una pieza en el primer piso, pequeña, pero con vista a la calle. Este detalle lo tuvo sin cuidado. Aunque ni la dueña ni el resto de los inquilinos se enteraron que ya en el primero de los nueve días que Orias vivió en ese lugar -entre el 15 y el 24 de julio- se preocupó de tapar las ventanas de su pieza con papel y de colgar en los muros, entre otras cosas, dos crucifijos metálicos de color plateado. A uno de ellos le ató una cadena a los pies de la imagen de Cristo, de manera que al colgarla la figura quedaba con la cabeza hacia abajo. Al otro lo amarró a un pentagrama con una cuerda negra, en cuyo extremo se balanceaba una vela.
También ordenó el escaso equipaje que traía en su mochila verde y morada. En un armario con olor a madera mojada, el joven colocó las poleras, los pantalones, una chaqueta de cuero y un juego de sábanas negras perfectamente planchado. Todas sus cosas hacían juego con un luto riguroso. Pero en la pensión los tipos que vestían así no despertaban sospechas. Muchos de los inquilinos que habían pasado por ella eran estudiantes provincianos que lucían tenidas hiphoperas, desaliñadas o, de frentón, de negro absoluto, como el coyhaiquino.
En esos nueve días, Orias al parecer no recibió visitas. Los único ruidos que dicen que se escuchaban en la habitación asemejaban el traslado de muebles pesados. Otras versiones afirman haber escuchado al sujeto hablando al revés. Sin embargo, lo habitual era el silencio. "Recuerdo haberlo visto siempre con los audífonos puestos -dice otra pensionista-. Parecía muy tímido". En la mochila le encontraron nueve discos compactos de Setherial, quizás el más radical de los grupos de death metal. La letra de uno de sus temas dice: "Te obligo a abrir las venas, los pensamientos impíos, el mal dentro. El temor es la bestia, el tiempo está aquí, estoy en todo, el hijo de Satán está aquí". La policía también halló una hoja escrita a máquina. En ella decía "clavaré las espinas más profundamente en su cadáver, destruyendo a Cristo para siempre".
RevelacionesSólo una semana antes del crimen del sacerdote, Orias retomó el contacto telefónico con su casa. Fue una llamada breve. Sólo quería hablar con su hermana menor de 12 años para decirle que estaba bien y luego cortó.Los padres del joven de 25 años sólo supieron a ciencia cierta del paradero de su hijo la tarde del sábado 24, la tarde en que asesinó al padre Faustino Gazziero, al terminar la misa que oficiaba como de costumbre a las cinco y media.
Casi en el mismo momento en que el matrimonio Orias Gallardo se enteraba del crimen por los noticiarios, Investigaciones les allanó el domicilio en busca de alguna pista. Se llevaron discos y revistas dedicadas al satanismo y una pila de negativos fotográficos que el joven guardaba en su pieza. El resto de sus cosas había sido quemado por su padre, después de que Orias les avisó que no volvería a casa. Los planes eran desmantelar la habitación, por años cubierta con consignas demoníacas, para habilitársela a su hermana menor.Antes de partir, Rodrigo llevaba dos semanas sin hablar con nadie en su casa. Su mutismo sólo lo interrumpía para hablar con su hermana menor -según un tío, hasta en los momentos más oscuros la regaloneaba- y cuando entablaba extrañas conversaciones telefónicas de 30 minutos. Según señala un cercano a la familia, las cosas se hicieron insostenibles hasta que, días antes de que desapareciera, su madre le imploró que le explicara qué estaba pasando. Casi no hubo respuesta. Salvo un escueto y tanjante "nada que te importe. Ya vas a saber".
Orias no sólo había cortado con su familia. Poco antes de abandonar su casa se desempeñaba esporádicamente como técnico forestal para una empresa privada de asesorías. Ya le habían avisado que estaba considerado para una nueva faena a las afueras de Coyhaique, pero él la rechazó señalando que ya no estaba interesado en dedicarse a esa labor.
La teoría de su madre era que su hijo se había cambiado a la casa de uno de los amigos que compartían sus gustos. Lo cierto es que Rodrigo sí llegó a hospedarse con uno de ellos: Cristián Uribe. De hecho, la madre de éste asegura que Orias, en los días previos al viaje a Santiago, insistía en que "debía viajar para cumplir una misión para su señor".
ApocalipsisPor poco más de $ 2.500 y apenas un par de días antes del crimen, el joven de 25 años pudo comprar una daga con una hoja de 18 centímetros en la galería comercial Copacabana, en pleno centro de Santiago. De acuerdo con los peritajes policiales, se preocupó de ir hasta San Diego para afilar el cuchillo por ambas caras. Con el arma envuelta en un diario, en la tarde del sábado 24 de julio, Rodrigo Orias Gallardo aparentemente caminó las 18 cuadras hasta la Plaza de Armas. Las investigaciones dividen sus pasos. Algunos insisten en que entró en una librería y -con los ojos perdidos- pidió una hoja de papel. "Ya sabrán de mí", habría dicho al salir. Otros afirman haberlo visto sentado en las escaleras de la iglesia, con la vista extraviada, mascullando solo y pidiendo limosna.
Donde todas las hebras parecen unirse en que pasadas las cinco, y mientras el padre Faustino Gazziero oficiaba la misa como todos los sábados, Rodrigo Orias -vestido de negro y con la daga guardada en un bolsillo- entró a la Catedral.
Letras con sangreCuando en la tarde del sábado el herido Rodrigo Orias ingresó a la UTI de la Posta Central, las enfermeras quedaron espantadas. Al joven lo traían gendarmes y detectives, amarrado a la camilla, en calzoncillos y con la cara ensangrentada. "Ninguna quería atenderlo -dice una de ellas-, porque teníamos miedo". Después de salvarle la vida con una traqueotomía, a Orias lo dejaron sedado en una pieza común, con otros tres enfermos, pero separado por un biombo.
Una de las enfermeras recuerda que entre los médicos comentaban las marcas y tatuajes del sujeto, como una cruz invertida junto al ombligo, un carnero en un hombro y un pentagrama sobre el corazón. Otra marca dice "Deicide", nombre de una banda que lució también en una bandera puesta sobre el féretro de Edgard Paredes, joven de 20 años que apareció ahorcado el 2001, en la XI Región.
En la pensión, la policía encontró una carta de Orias en la que escribió: "Tú, que bautizas de odio, maldad y lujuria a nuestros progenitores, satanismos es puro". Y agrega: "Porque siempre te quisieron conocer. Quizás de destrucción a la vida y de amor a la oscuridad. Algún demonio, satanás".
Durante los cuatro días en la Posta, el homicida del sacerdote no recibió visitas. Tampoco ahora, trasladado a una pieza privada en el centro asistencial de Gendarmería. Sólo el viernes lo fue a ver el padre Nicolás Vial, capellán de la institución. Contra lo previsto, el encuentro fue "cordial y respetuoso. Aquí no se puede hablar de un tipo poseído, porque recé un Padrenuestro y le coloqué las manos en la cabeza sin que me rechazara".

Medio: LA TERCERAAutor: ¶Patricio Corvalán y Vanessa Azócar enviada especial a Coyhaique

lunes, 14 de mayo de 2007

Perfil de Shakira (por Gabriel García Márquez)

Shakira en primera persona

#En junio de 1999, Gabriel García Márquez publicó en la revista colombiana Cambio un perfil de
Shakira, su compatriota, cuando apenas nacía el fenómeno en Bogotá. El Premio Nobel no escatimó en elogios a la cantante y su artículo resultó premonitorio respecto de lo que pasaría en el resto del continente tiempo después. "El Sábado" reproduce este histórico texto, mientras la gente se pelea por comprar las primeras entradas para el recital que la superestrella dará en Santiago el 22 de noviembre.

Shakira voló de Miami a Buenos Aires el lunes primero de febrero, perseguida por un periodista que quería hacerle por teléfono una sola pregunta para un programa de radio. Por motivos diversos, aunque naturales en los oficios de ambos, no pudo alcanzarla en los veintisiete días siguientes, hasta que le perdió la pista en España en la primera semana de marzo. Lo único que le quedó al periodista fue el argumento y el título del reportaje: "¿Qué está haciendo Shakira cuando nadie la encuentra?" Shakira, muerta de risa, lo explica agenda en mano: "Estoy viviendo".

Había llegado a Buenos Aires en la tarde del primero de febrero, y trabajó el martes hasta pasada la media noche, sin tiempo para celebrar aquel día sus veintidós años. El miércoles regresó a Miami, donde hizo una larga sesión de fotos para publicidad, y grabó varias horas para la versión en inglés de su último disco. Al día siguiente, viernes, continuó la grabación desde la dos de la tarde hasta el amanecer del sábado, durmió tres horas, y siguió grabando hasta las tres de la tarde. Esa noche durmió unas pocas horas y el domingo temprano voló a Lima. Allí grabó un programa el lunes al medio día, hizo una presentación en vivo, participó a las cuatro de la tarde en un programa comercial y estuvo hasta la madrugada en una fiesta de promoción. Al día siguiente, nueve de febrero, concedió once entrevistas de media hora cada una para radio, televisión y prensa, desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, con una pausa de una hora para almorzar. Debía llegar de urgencia a Miami, pero a última hora tuvo que improvisar una escala en Bogotá para una visita de consuelo a los damnificados del terremoto de Armenia. Esa noche alcanzó su último avión para Miami, donde ensayó cuatro días para compromisos en España y París. También sacó tiempo para trabajar con la cantante Gloria Estefan en la traducción inglesa de sus discos, desde el almuerzo del sábado hasta las cuatro y media de la madrugada del domingo. Volvió a su casa con las primeras luces, se tomó un café con un pan y se acostó a dormir vestida. Una hora y media después la despertaron para una serie de entrevistas por radio que ya tenía comprometidas. El martes 16, ya en Costa Rica, hizo una presentación en vivo. El jueves 18 viajó de Miami a Caracas, y allí participó en el programa "Sábado Sensacional". Apenas durmió, pues el 21 tuvo que volar de Venezuela a Los Angeles para asistir a la entrega de los premios Grammy, con la esperanza de ser una de las escogidas, pero la pesada de los Estados Unidos barrió con los premios grandes. No se amilanó: el 25 dio el salto a España, donde la esperaban para trabajar el 27 y el 28 de febrero. El primero de marzo, cuando por fin pudo dormir una noche completa en un hotel de Madrid, había volado tanto como una azafata profesional: más de cuarenta mil kilómetros en un mes.

Los compromisos que
Shakira hace en tierra firme no son menos traumáticos. Entre músicos, iluminadores, tramoyistas e ingenieros de sonido, el equipo que viaja con ella es una escuadra de combate. Ella se ocupa de todo en persona. No sabe leer música, pero en los ensayos está pendiente de cada instrumento, con un sentido crítico severo y un oído privilegiado que le permiten interrumpir un ensayo para coordinar la nota exacta con sus músicos. No sólo colabora con ellos en el escenario, sino que se preocupa por la suerte personal de cada uno. Muy pocas veces se deja ver el cansancio, pero no hay que engañarse. En una serie de cuarenta conciertos que hizo en Argentina no dio una mínima muestra de fatiga, pero en los últimos alguien la esperaba entre bambalinas para llevarla cargada hasta la camioneta. En diversas ocasiones ha tenido taquicardias, inflamación del colon, o alergias de la piel.

Esta situación se ha agravado con los arduos preparativos de la versión inglesa de "¿Dónde están los ladrones?" para los Estados Unidos, con la afortunada colaboración de Emilio Estefan y su esposa, Gloria, que son productores actuales de sus discos. Es una de las presiones fuertes que
Shakira ha sufrido en su vida. Habla un inglés de uso diario, pero ha tenido que someterlo a prácticas agotadoras para depurar su acento, y está tan obsesionada, que a veces sigue hablándolo mientras duerme. En vísperas de su estreno hizo una crisis de fiebres durante toda la noche y no durmió más de una hora. "Fue uno de los momentos más extenuantes de mi vida", dice. "Lloré casi toda la noche pensando que no iba a ser capaz".

¿De qué se extraña?
Shakira parece haber olvidado demasiado pronto que ese vértigo indomable nació con ella, y quiera Dios que la acompañe hasta su más tierna vejez. Es la hija única de un conocido joyero de Barranquilla, don William Mebarak y su esposa, doña Nydia Ripoll, una familia de ascendencia árabe tutelada por los ángeles de las artes y las letras. La precocidad descomunal de Shakira, su genio creativo, su voluntad de granito y una ciudad natal propensa a la invención artística, sólo podían ser los gérmenes de un tan raro destino. Sus primeros años parecen saltos de décadas. Sus cronistas aseguran que a la edad de diecisiete meses recitaba el abecedario, a los tres cantaba los números, a los cuatro bailó la danza del vientre sin maestro en una escuela de monjas de Barranquilla, donde un funcionario sibarítico de los años treinta quiso erigir un monumento consagrado al culto de Shirley Temple. A los siete años, Shakira había compuesto su primera canción. Entre los ocho y los diez escribió sus primeros versos, y sus primeras canciones con letra y música originales. Por la misma época firmó su primer contrato para entretener a los obreros en las minas de carbón de El Cerrejón, en la alta Guajira. Aún no había comenzado bachillerato cuando una empresa disquera le grabó su primer disco. "Siempre estuve muy familiarizada con mi capacidad de crear dice, recitaba poemas de amor, empecé escribiendo cuentos y sacaba muy buenas notas, excepto en matemáticas". Sin embargo, le aburría a morir que los amigos de sus padres la obligaran a cantar en las visitas. "Prefiero una multitud de treinta mil personas que cinco gatos escuchándome cantar con una guitarra", dice. Con su rostro de niña perfecta y su engañosa fragilidad, tuvo siempre la certeza absoluta de que iba a ser un personaje público de resonancia mundial. No sabía en qué arte o en qué parte, pero no tenía una sombra de duda, como si estuviera condenada al fatalismo de una profecía.

Hoy el sueño está más que cumplido. La música de
Shakira tiene una impronta personal que no se parece a la de nadie, y nadie la canta ni la baila como ella a ninguna edad con una sensualidad inocente que parece inventada por ella. Se dice fácil: "Si no canto me muero". Pero en Shakira es cierto: si no canta no vive. Lo único que le devuelve la paz del espíritu es la soledad en medio de las muchedumbres. Una vez en el escenario no tiene el temor escénico, sino todo lo contrario: el terror de no estar allí. "Me siento dice como un león en la selva". Es uno de esos pocos espacios donde tiene la oportunidad real de mostrar lo que es, lo que ha sido, y lo único que será sin duda hasta la muerte.

Es el caso ejemplar de una fuerza telúrica al servicio de una magia sutil. La mayoría de los cantantes se hace poner las luces de frente para no enfrentarse al fantasma de las muchedumbres.
Shakira escogió lo contrario. Ha instruido a sus técnicos para que no instalen las luces fuertes contra su cara, sino que las vuelvan hacia el público, para que ella pueda verlo y vivirlo mientras canta. "La comunicación es total", dice. La muchedumbre anónima e impredecible no sólo le revela entonces una complicidad del corazón que la actriz va moldeando a medida que actúa según los pálpitos de su inspiración. "Me gusta ver los ojos de la gente cuando canto para ellas", dice. Algunas caras que no ha visto nunca las descubre entre el público y las recuerda para siempre como si fueran de viejos amigos. Una vez, de improviso, reconoció a alguien que había muerto desde hacía años. Y más aún: se sintió reconocida desde otra vida. "Canté toda la noche para él", dice. Son milagros secretos que hacen la gloria y muchas veces el desastre de grandes artistas.

El fenómeno más entrañable en la vida de
Shakira es la contaminación masiva de las muchedumbres infantiles. Cuando apareció "Pies Descalzos", los publicistas decidieron promoverlo en los intermedios de los conciertos populares del Caribe. Tuvieron que cambiar de idea, porque el público juvenil se lanzaba al ruedo para bailar y cantar a Shakira y sólo querían más de lo mismo para el resto de la noche. Hoy es un fenómeno digno de una cátedra magistral. Las escuelas primarias de cualquier nivel social se han convertido en clonaciones masivas de Shakiras vestidas, habladas y cantadas como ella. Más curioso aún: la fiebre más alta está en el promedio de las niñas de seis años. Las grabaciones pirata de Shakira son moneda corriente en los cambalaches de los recreos y se venden a dos por cinco en las puertas de las escuelas. Los adornos de sus cabellos, sus collares y aretes se agotan al salir, y en los mercados se venden al por mayor las anilinas para cambiarse los colores de las trenzas según la moda del día. La heroína de la escuela es la primera que aparece en clase con el disco. Los grupos de estudio más concurridos se convocan en casas particulares, y al cabo de un repaso rápido de la tarea, empieza el pandemonio. Los cumpleaños son fiestas de Shakiras, en las que sólo se canta y se baila a Shakira. En las más puristas que no son pocas no hay hombres invitados.

Es difícil ser lo que Shakira es hoy en su carrera, no sólo por su genio y su juicio, sino por el milagro de una madurez inconcebible a su edad. Cuesta trabajo entender semejante poder de creación compatible con sus trenzas negras de ayer, las rojas de hoy, las verdes de mañana. El año próximo será suyo: está previsto que entrará en discos y en vivo en los vastos mercados de Europa, Estados Unidos, Asia y África, donde millones de fanáticos la esperan cantando sus canciones en numerosos idiomas. Tiene más premios, trofeos y diplomas que muchas veteranas grandes. Se ve que es como ella quiso ser: inteligente, insegura, recatada, golosa, evasiva, intensa. Barranquillera de hueso colorado, desde el mundo entero y desde las nubes de su Olimpo añora las huevas de lisa y el bollo de yuca, y una casa de techos muy altos que no ha podido comprar frente al mar, con dos caballos y mucha tranquilidad. Adora los libros, los compra, los acaricia, pero no tiene el tiempo que quisiera para leerlos. Anhela a los amigos que se le quedan en los adioses apresurados de los aeropuertos, pero sabe que no será fácil volver a verlos.

Sobre el dinero que ha ganado, dice: "Tengo menos de lo que dicen y más de lo que yo digo". Su sitio predilecto para oír música es el automóvil cerrado, a todo volumen, sin molestar a nadie. "Es el lugar ideal para hablar con Dios, hablar conmigo misma, tratar de entender", dice. Confiesa que odia la televisión. Dice que su contradicción más grande es creer que existe la vida eterna, pero siente el terror insoportable de la muerte, por la pérdida de los sentidos.

Hubo épocas en que concedió hasta cuarenta entrevistas diarias sin repetirse. Tiene ideas propias sobre el arte, la vida terrenal y la eterna, la existencia de Dios, el amor o la muerte. Sin embargo, sus entrevistadores y publicistas ocasionales se han empeñado tanto en que las explique, que la han vuelto experta en respuestas fugitivas, más útiles para escamotear que para revelar. Rechaza toda idea relacionada con la fragilidad de su fama, y la exasperan las versiones de que puede perder la voz por sus supuestos abusos. "En plena luz del mediodía dice Shakira no quiero pensar en el ocaso". De todos modos, los especialistas lo ven como un riesgo improbable, pues su voz tiene una colocación natural capaz de sobrevivir a sus excesos. Ha tenido que cantar agotada por las fiebres, ha perdido el conocimiento por cansancio, pero nunca ha sufrido la mínima alteración de la voz. "La peor frustración de un cantante dice con su impaciencia final de entrevistada es haber escogido la carrera de hacer música y no hacer más música todos los días por estar haciendo entrevistas". Su tema más resbaladizo es el amor. Lo exalta, lo idealiza, y es el alma y razón de sus canciones, pero lo elude con humor en la charla personal. "La verdad dice a carcajadas es que le tengo más miedo al matrimonio que a la muerte". Acepta de buen talante haber tenido cuatro novios visibles, y por lo menos tres en la penumbra. Llama la atención que parece haber tenido los que correspondían a su edad, pero ninguno a la altura de su madurez. En cambio, el cantante puertorriqueño Oswaldo Ríos, el mayor de todos, parece haber sido el menos maduro. Shakira habla de ellos con afecto, pero sin dolor, y parece recordarlos como a seis fantasmas efímeros que uno tras otro se le habían ido quedando colgados en el ropero. Por fortuna, no hay motivos para desesperar: el próximo 2 de febrero, bajo el signo de Acuario, Shakira cumplirá apenas sus primeros veintitrés años.
© GGM/Revista Cambio
Gabriel García Márquez.
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Medio: EL MERCURIO
Autor: Gabriel García Márquez
Persona:
Shakira
2006-07-29

Perfil de Manuel Navarrete

Los codigos de "Don manuel"
Igual que hace cinco años, cuando bloqueó las calles de la capital con un paro que le costó la cárcel, el empresario microbusero Manuel
Navarrete se convirtió en el villano del Transantiago. Aunque se resistió al nuevo sistema, su reconversión le costó enfrentarse con sus antiguos colegas y hasta con las bases, tal como esta semana debió ceder ante sus choferes para evitar -irónicamenteuna nueva paralización. Esta es la historia del profesor de Física que desplazó a Demetrio Marinakis, que intentó vender micros viejas a Cuba y que hoy cree poder sobrevivir en un mundo donde ya no se cuentan billetes en las micros. Por Sebastián Minay.


Hasta donde recuerdan los entendidos en el rudo mundo de los microbuseros, son muy pocas las veces en que Manuel Ulises
Navarrete Muñoz (60) debió ceder tanto en tan poco tiempo como en la mañana del pasado lunes 19, cuando aceptó pagar un sueldo de $450 mil a cada uno de los más de 2 mil choferes que trabajan para él en las empresas Buses Gransantiago y Buses Metropolitana. Fue la única salida para evitar un paro que le habría costado aún más que las millonarias multas que le cursó el gobierno, como sanción por haber sacado a la calle sólo mitad de las 900 máquinas con que debían debutar sus dos firmas en el Transantiago.

Acostumbrados a vivir al día con la parte que les tocaba de los boletos que "cortaban" al final de cada jornada, los conductores no estaba dispuestos a recibir un sueldo fijo mucho menor al que ganaban antes. El famoso nuevo sistema ya había matado la vida que conocían: en vez de brutales carreras para ganar pasajeros y jornadas interminables, ahora todos figuraban muy uniformados de azul, escuchando al otrora poderoso dirigente que se había "reciclado" a su manera, tras años de tenaz resistencia al cambio.

Encaramado en un balcón del terminal, con su camisa blanca de hilo, su vistoso Rolex con pulsera de oro y sus canas totalmente teñidas de negro,
Navarrete dialogó con sus hombres en vez de hablarles golpeado, como lo hacía cuando roncaba en el gremio.

Hora y media después se fue del terminal al volante de su BMW M3 -su marca favorita, aunque un amigo suyo dice que es "un modelo antiguo"-. En la tarde había apagado el incendio, pero con unas cuantas cosas claras.
Una, que después de las multas le va a costar sacarse de encima el cartel de villano del transporte con el que carga desde comienzos de la década, y que él niega una y otra vez, pese a haber liderado el célebre paro que el 2002 bloqueó las calles de Santiago y lo llevó a la cárcel. Dos, las reglas del juego ya no son las mismas, porque si antes sacar buses de las calles era una presión para negociar, hoy corre el riesgo de perder recorridos concesionados y quedar fuera del negocio. Y tres, que ni siquiera a sus choferes los tiene tan seguros en la mano.
"Manuel es un gran dirigente y buen comerciante, pero no un hombre de negocios para estos tiempos", grafica un viejo conocido. Para
Navarrete, como para los choferes, el sistema de cobro electrónico barrió con el modelo del "cash en la mano", el mismo que había sostenido por años el poderío del gremio -y el suyo propio-.
Hoy, mientras lidia con los nuevos tiempos contra los que tanto luchó primero, y a los que después intentó adaptarse, los detalles de la vida de este singular y reservado empresario siguen siendo tan desconocidos como lo atípico que él mismo es para su gremio.

Los que no le temen o lo respetan demasiado como para guardar silencio, hablan en código.
Igual como cuando el siempre frontal
Navarrete le "rayó la cancha" a la gente del Ministerio de Transportes al comienzo de la era Lagos. "En este sector, el que te avisa antes no es maricón", le dijo entonces a un funcionario, quien le preguntó de inmediato si dicha regla también funcionaba "al revés".
"También" fue la respuesta del entonces canoso micrero.

#Del MIR a las micros
Aunque la historia del "
Navarrete micrero" (no el empresario convertido al Transantiago) es casi inseparable de la de Marinakis -el primero es padrino de Geraldine, hija del segundo-, con los años hubo matices que fueron marcando gruesas diferencias. Ambos partieron como casi todos en el gremio: en sus familias. El padre de Navarrete tenía la línea San Cristóbal-La Granja, antiguamente conocida como Funicular-San Ramón, donde el ahora dirigente manejaba medio tiempo, y la que más tarde comenzó a administrar con su madre y sus hermanos.
Donde
Navarrete no se parece ni a Marinakis ni al resto de sus hoy ex colegas es en que pudo estudiar y titularse profesor de Física en la sede Temuco de la Universidad de Chile. Un viejo amigo suyo asegura que por entonces adhirió al Movimiento Universitario de Izquierda -el brazo del MIR en la educación superior-, aunque otros dudan de eso, porque durante la dictadura "Manuel nunca tuvo que esconderse".

Cuando
Navarrete llegó en 1982 a la antes poderosa Asociación Gremial Metropolitana de Transporte de Pasajeros (AGMTP), lo hizo sin meter bulla. Pero al poco tiempo todos lo ubicaban: el profesor de Física no sólo tenía la labia necesaria para manejar a sus masas, sino que además era "un balazo para los números", aseguran autoridades y micreros.

Así que mientras el enorme y expansivo Marinakis se convertía en el símbolo del gremio,
Navarrete permanecía una buena temporada en segundo plano, reservado y sin hablar mucho en las reuniones.
Recién en el gobierno de Frei las autoridades que dialogaban con ambos se dieron cuenta de la diferencia: el hombre bajito que se sentaba respetuosamente cruzando sus manos sobre la mesa era más inteligente que el resto. Años después, algunos definirían socarronamente a la dupla como "Pinky y Cerebro".

Pese a todo,
Navarrete nunca fue -en la era pre Bip!- dueño de demasiadas micros. En el sector y en el gobierno reconocen que es casi imposible hacer un cálculo exacto, pero estiman que llegó a tener cerca de 20 máquinas. Más que la media de la mayoría, que con suerte juntaban uno o dos vehículos. El resto lo conseguía con el manejo de masas que tenía. Cada vez que debía llegar a un acuerdo complicado o convencer a su gente, recurría al viejo método de conversar primero por separado con las bases antes de llegar a la asamblea. Mientras el sistema microbusero funcionara a punta de bocinazos, billetes en la mano, carreras por boleto cortado y "sapos" en los paraderos, todo estaba bajo control.

Los problemas vendrían después, cuando los micreros comenzaron a escuchar de nuevos planes para ellos. Pero incluso antes,
Navarrete y el resto de los jefes del gremio tuvieron su primer ruido puertas adentro. Ex autoridades y microbuseros relatan que entre la primera y segunda vuelta de la elección presidencial entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, hubo un alza en el precio del petróleo que obligaba a subir las tarifas de los pasajes en virtud del polinomio o cálculo que fija los valores.

Conscientes de que eso complicaba demasiado la elección -el gobierno saliente caía en las encuestas-, La Moneda y los dirigentes acordaron no aplicar un alza estimada en 20 pesos, que significaba una alta ganancia para los choferes. "Manuel se lo explicó a las bases con varios argumentos técnicos y las bases se resistieron al inicio, pero al final lo aceptaron", relata un amigo suyo.

Aunque la lealtad y el respeto a
Navarrete se mantuvieron intactos, en el gremio hubo varios que se sorprendieron de su actitud frente a lo que suponían era su enemigo natural: el gobierno.

#Pasando y pasando
Las cosas se complicaron cuando Lagos comenzó a estudiar el plan de modernización del transporte público. Los micreros se enteraron de que las autoridades comenzaban a evaluar modelos extranjeros donde no había monedas ni boletos, y se alistaron para la guerra: ante cada propuesta tenían otra en la mano. Si eso no funcionaba, repentinamente sacaban micros de recorrido justo cuando el gobierno encaraba otros problemas, lo que obligaba a Transportes a reclutar informantes en el mismo gremio y enviar vehículos sin logo oficial a chequear personalmente la salida de máquinas desde los terminales.

Claro que eso no impedía que
Navarrete se entendiera a punta de códigos con sus "enemigos". Muchas veces se alertaba cuando un subsecretario u otro personero súbitamente dejaba de tutearlo y pasaba a tratarlo de "Don Manuel": era la señal de que apenas saliera del despacho le caería una multa. El castigo le dolía, pero él sabía que era parte del juego.

Para entonces
Navarrete ya tenía poder real en el gremio, y el tira y afloja hizo que tanto ahí como en La Moneda se dieran cuenta de que entre los mismos líderes del sector se anunciaba una leve competencia por mantener siempre una línea abierta con el Ejecutivo, aun pese a los constantes conflictos y movilizaciones.
El quiebre vino en abril del 2001, cuando la AGMTP fue a una nueva elección en medio de una crisis con los estudiantes por el viejo problema del pase escolar. Sin previo aviso,
Navarrete se cambió a la lista de Juan Pinto -otro micrero histórico- y juntos derrotaron sorpresivamente a Marinakis, sacándolo de la presidencia que había ocupado por seis años.

El dolido Marinakis los acusó de traición y hasta presentó un recurso de protección alegando fraude en los comicios. "Manuel llegó a mi oficina cuatro horas antes de que se cerraran las listas y me dijo que yo no iba en la suya, porque yo no podía sacar la primera mayoría, porque había un acuerdo de que Pinto debía ser el nuevo presidente y Manuel el tesorero", dijo entonces Marinakis, rematando con un "esto es alta traición y al gremio no le gustan los traidores".

Marinakis se negó a dejarle a
Navarrete su oficina en el sexto piso de la sede en Catedral, donde tenía hasta un dormitorio y solía colocar la banda sonora de "El Padrino". Pero el episodio se arregló a lo micrero: once días después, Navarrete destituyó a Pinto y se convirtió en el nuevo líder de la AGMTP.

#"El que avisa..."
Como para entonces estaba claro que el gobierno no iba a ceder en su intento por cambiar el sistema, durante el año y cuatro meses que pasaron desde ese golpe hasta el paro de agosto de 2002,
Navarrete vivió casi en estado de guerra más interna que externa. Las bases presionaban, enardecidas ante cada intento por cambiarles las reglas del juego, pero el líder sabía que el proceso sería inevitable y que en algún momento tenía que reconvertirse.
Pero cuando el gobierno comenzó a impulsar la licitación de los recorridos de Metrobús y avisar que se exigirían los famosos cobradores automáticos, el gremio se jugó la última carta: un paro masivo. Un día antes de la movilización, el 11 de agosto, el entonces subsecretario Guillermo Díaz se reunió con un sorprendido Marinakis -que venía llegando de Punta Cana- para advertirle que él,
Navarrete y los otros dirigentes irían presos, por lo que tenía que convencer a Navarrete de poner marcha atrás. El fornido micrero alegó que las bases estaban fuera de control y se quejó, pero Díaz le recordó el viejo código entre ambos bandos: "El que avisa no es maricón".
Al día siguiente, 6 mil choferes no sólo pararon, sino que bloquearon la ciudad. Hasta hoy hay versiones encontradas, pues mientras algunos le echan toda la culpa a
Navarrete, hay hasta detractores suyos que juran que "Manuel no quería el paro y menos quería bloquear calles". A los pocos días, él y Marinakis, junto a otros dos dirigentes, fueron detenidos, esposados y procesados por la Ley de Seguridad Interior del Estado.
Aunque mientras estuvo preso mantuvo la calma, la experiencia lo volvió aún más reservado. Se refugió mayormente en su casa de Eliecer Parada, un hogar sin extravagancias ni lujos. Impedido de viajar fuera de Chile a raíz de la orden de arraigo que aún le pesa luego del paro y con problemas de salud -padece de gota y el año pasado se operó del corazón-, se da ocasionales gustos, fuera de la ropa elegante y el Rolex. Uno de ellos es arrancarse al Casino de Viña del Mar, donde antes iba con su compadre Marinakis.

Ya en libertad,
Navarrete cambió el discurso y se jugó por adaptarse al cambio. A la cárcel lo había ido a ver el fundador de la UDI y hoy prorrector de la Universidad Andrés Bello, Luis Cordero, con quien firmó un convenio para analizar la modernización. Y decidido a ganar las entonces futuras licitaciones, contrató a la consultora Steer Davies Gleave, una de las creadoras del Transmilenio colombiano, modelo del Transantiago. Eso bastó para chocar nuevamente con Marinakis, aún reticente al cambio.

No contento con eso, trató de venderle entre mil y dos mil de sus micros amarillas a Cuba, gracias a un contacto que hizo Darío Contador, un militante socialista que había sido jefe de gabinete de Germán Correa en Interior, y con fuertes vínculos con el gremio.
Ambos visitaron al embajador Manuel Fraga en su casa, pero el negocio no funcionó: los cubanos alegaban no disponer de fondos suficientes para mantener las máquinas, especialmente el combustible.
Contador y
Navarrete incluso hicieron gestiones nada menos que con el entonces embajador venezolano en la isla, Adán Chávez -hermano de Hugo, el presidente caribeño-, pero sin resultados.
Para entonces, la relación con las bases había cambiado. Un ex funcionario aún recuerda cuando fue el 2003 a la sede de Catedral a exponerles a los micreros las bases de las licitaciones. En un ambiente muy hostil, los dueños de casa comenzaron a reclamar, hasta que de repente
Navarrete los hizo callar a gritos: "¡Córtenla! ¡Ellos tienen la amabilidad de mostrarnos esto!" El visitante -que sólo iba acompañado de dos colaboradores- aún recuerda que "llegué a tragar saliva".

Aunque muchos critican hoy que
Navarrete lograra instalarse en el nuevo sistema y controlar el 38% de sus recorridos, en el gobierno explican que no había otra salida. "Si sólo hubiesen entrado operadores extranjeros, que apostaban por inversiones mucho más fuertes, las tarifas habrían subido a un precio inaceptable", sostiene una autoridad del sector.
Pero las multas que le cayeron a
Navarrete por no sacar todas sus máquinas a la calle el día del debut lo tienen en la mira.

En octubre debe licitarse nuevamente uno de los recorridos que hoy operan sus buses (no micros). Si lo pierde, ahora sí será el fin de una era.l
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DESTACADO
#
Navarrete se diferenciaba de la mayoría de los viejos micreros por su preparación universitaria, pero usó los mismos códigos para entenderse con el gobierno de turno. A comienzos de la administración Lagos rayó la cancha. "En este sector, el que te avisa antes no es maricón", le dijo entonces a las autoridades de Transportes.
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Medio: QUE PASA
Autor: Por Sebastián Minay.¶
2007-02-23

martes, 8 de mayo de 2007

Reportaje: Los Altibajos del pene (El País)

Los altibajos del pene
Lola Huete Machado 03/05/2007



El pene es una broma evolutiva, un regalo envenenado, un individuo independiente que cuelga entre las piernas. Lo decía el sexólogo Manuel Lucas no hace mucho. Y añadía: "Los humanos somos prácticamente los únicos mamíferos a los que la naturaleza ha dotado de un aparato sexual con mecanismo eréctil casi totalmente vascular; sin ningún tipo de apoyo, ni óseo, ni cartilaginoso". Y ese colgajo desamparado -fundamental en la reproducción, en las relaciones sexuales, y motivo de atención física y artística desde la época de las cavernas- representa mucho para el hombre (suelen decir ellas) y para la mujer (según ellos). Y parece que ahora más que nunca. A pesar de algunos tropiezos vividos durante las últimas décadas. Eso es lo que explica un documental de producción francesa que estos días emite Canal +, titulado Mr. Big. Todo sobre el pene (en francés, Grandeur et decadence du pénis), en el que se intenta quitar hierro a sus altibajos, desmitificar su papel y describir con ironía sus penalidades, su fragilidad, su significado sexual y social en tiempos de cambio y revolución sexual. "¿De veras han muerto los machos?", se preguntan. "¿Tan ridículo resulta ya el hombre? ¿Realmente inútil?". El asunto, polémico, despierta tantas pasiones y respuestas como el miembro mismo.
La noticia en otros webs

"El pobre pene no es todopoderoso, y ese descubrimiento supone un verdadero problema para los hombres"

"La 'metrosexualidad' en la cama no sé exactamente lo que significa. A mí me gusta un tío cariñoso, pero tío-tío"

Pruebe a dejar caer a la hora de la comida algunas cuestiones para ellos (del estilo: "Para ti, de cero a diez, ¿qué importancia desempeña el pene en tus relaciones sexuales?". "¿Su comportamiento influye en tu autoestima?". "¿Crees que el tamaño importa?") o para ellas (las mismas, pero con variaciones del tipo: "¿Qué importancia tiene el pene de tu pareja en vuestras relaciones?". "¿Crees que influye en su autoestima?". "¿El tamaño te importa?"), y la conversación se animará de golpe. Provocará respuestas como las que siguen (en encuesta improvisada vía e-mail entre hombres y mujeres de 25 a 60 años):

"El protagonismo del pene es ahora mayor desde que la mujer ha tomado las riendas, la iniciativa. Igual que los prefieren musculosos, los quieren bien dotados. Es a ellas a las que les importa el tamaño".

"Es cosa de disfrutar dos; pero, sin pene, yo nunca llegaría al 10".

"Es evidente que no todo es penetración en esta vida, pero si el pene no se excita, no hay relación sexual... Si no hay eyaculación, digamos que la relación sexual no sería satisfactoria para el hombre..., y el que diga lo contrario, miente. Así que la importancia del pene está entre el 9 y el 10. No hay otra".

"A mi pene le doy un 10 sin dudarlo. Aunque está claro que sin él pueden hacerse muchas otras cosas. (Pregúntenle si no al ingenioso Bill Clinton. Después de jugar con los puritos y mentir a la nación americana, le preguntaron si para él el sexo oral es sexo. Respuesta de Clinton: 'Depende de lo que el verbo ser signifique)".

"Dejando a un lado el micropene, todo pene susceptible de producir placer es válido. En Japón son grandes expertos en la cama, porque, dicen, saben manejarlo. Al final, eso es lo que importa".

"Para la mayoría de los hombres, su pene es su fortaleza, su hombría. Y creo que están equivocados. ¿El tamaño importa? Sí y no. Porque no es lo mismo follar que hacer el amor. En el sexo sí puede que me importe el tamaño; pero en cuestiones de amor, con los sentimientos consigues el mayor placer. Claro que si encima tu pareja está bien dotada, mejor que mejor".

"¿Importancia en mis relaciones? Pues un 8. No le doy más porque los juegos sexuales que no implican al pene también me encantan; pero la penetración, cuando está bien hecha -porque todavía hay mucho embestidor (de embestidas) suelto por el mundo-, es superplacentera".

"Le doy un notable alto, 8,5. Me imagino que sí que influye en su autoestima; él, al menos, se pone muy contento. El tamaño no importa, sólo si es tan pequeño que no da la talla. En cualquier caso, carezco de datos para comparar en los últimos, al menos, 15 años".

"El tamaño sí importa, pero en el sentido contrario al mito: disfruto más con la penetración de un pene normal, o incluso tirando a pequeño, que con uno muy grande. Uno muy grande es molesto. Y uno tirando a pequeño, bien manejado, es estupendo".

"Tiene una importancia relativa, que comparte con mi vagina y mi clítoris en igual medida y con nuestras zonas erógenas. ¿Un número? Podría darle un 4. Le saca ventaja a su lengua, pero no tanta".

"En realidad, el pene hoy día es más visible para todo el mundo de lo que lo ha sido durante siglos", señala Michael Sims en su interesante libro El ombligo de Adán, sobre la historia natural y cultural del cuerpo humano. Quizá por eso provocan tanto morbo noticias recientes como la del nigeriano acusado de violación, y luego absuelto, al que se le midió el pene para probar si los desgarros sufridos eran cosa del tamaño; la del caníbal alemán condenado a perpetua por matar y zamparse el miembro de su víctima; la del primer hombre sometido a un trasplante de pene (en China) que pidió que se lo quitaran (¡a saber con quién habrá retozado!, pensaba), o todo aquello relacionado con la atracción irremediable de los cuerpos (pongamos el exitoso Festival Erótico de Barcelona, por ejemplo, en el que hasta dan premios al pene más bonito del año). "En la cultura del milenio, el falo campa por las películas pornográficas y por los anuncios de Viagra, por los expedientes de acusación contra los presidentes de Estados Unidos y por las revanchas de las esposas...", sigue Sims, recorriendo nuestra fisiología como si de un viaje transoceánico se tratara.

Y eso también, un viaje por las relaciones sexuales con protagonista estelar, es el documental Mr. Big. En él se mezclan entrevistas con escritores, periodistas, sexólogos, sociólogas y artistas (Philippe Starck) con escenas de películas (Austin Powers, American psycho o Boogie nights, supuestamente basada en la historia de Mr. Cock, la primera estrella del porno, John Holmes, con sus 34 centímetros, 44 años de vida y muerte de sida), anuncios y obras teatrales como Las marionetas del pene o Marquis, sobre la vida del marqués de Sade, donde el hombre aparece sometido a los caprichos de su pene parlante -"puedo hacerte perder la cabeza", le dice éste, amenazante, a su dueño-. También hay músicas y músicos como David Bowie o Iggy Pop (el exhibicionista por excelencia), y gente anónima, homo, hetero o transexual, que opina sobre el pene propio y ajeno, el real y el deseado; sobre relaciones físicas y afectivas, necesidades y gustos cotidianos. "¿Si el pene fuera un instrumento?", les preguntan en Mr. Big. Ellos y ellas contestan: "Sería un martillo", "Una espátula de madera para remover la salsa", "Una pala", "Una lima", "Una navaja suiza", "Una espada de doble filo, porque mi vagina es muy pequeña...".

Los cambios más recientes en la historia genital se producen desde los años sesenta hasta la actualidad. Desde el furor del macho, el amor libre y la píldora de los sesenta, hasta la falocracia gruesa y setentera, la contención de los ochenta por miedo al contagio del sida, y el descontrol y la masificación sexual de los noventa. En este tiempo convulso, el miembro hasta ha dejado su huella en los juzgados. Sucedió con el affaire Clinton-Lewinsky, una situación cargada de significado que ocupó las televisiones de todo el mundo por encima de guerras y hambrunas: "De repente lo sabíamos todo del pito del hombre más poderoso del mundo". Pero no sólo él hizo de su falo noticia, también el cantante George Michael cuando fue pillado in fraganti en los urinarios; el actor Hugh Grant, detenido mientras Divine Brown le practicaba una felación, o Lorena Bobbit, con un corte drástico al aparato de su marido (quien luego hasta debutaría en el cine porno con el miembro restaurado).

"Cuando el pene está erecto, la sangre no llega al cerebro". Eso, dicen, era un poco lo que sucedía en los años setenta, cuando ellos "se burlaban de las reivindicaciones feministas y aún creían que el mundo les pertenecía". Durante veinte años, ese mundo de hombres de pelo en pecho resistió bien. También en España, donde la transición dio la puntilla a la represión sexual dictatorial y franquista. "La sexualidad femenina comienza a existir oficialmente. Y el hombre deja de medir su potencia sexual por el número de eyaculaciones. Es el número de orgasmos que es capaz de producir en la mujer y la duración de la erección lo que ahora importa", resumió Manuel Lucas sobre nuestros últimos 30 años de historia.

Que el falo interesa mucho hoy lo saben bien quienes se ocupan de consultorios sexológicos. Como Beatriz Sanz, en el suplemento juvenil EP3, donde ella y Vampirella ofrecen cada semana su visión sobre lo sexual: "En nuestros artículos, el pene tiene su peso. Hasta ahora reinaba el coitocentrismo y se le daba mucha importancia a los genitales. En el caso de los hombres, casi parecía que era su única zona sexual y sensual. Además, solemos elegir el tema sobre el que escribir en función de los aspectos que le consultan más a Vampirella. Y le llegan muchas cartas relacionadas con el pene. ¡Incluso hay hombres que le mandan fotos de su verga para que opine como experta!".

Dejando a un lado la variedad de términos para referirse al miembro viril (polla, cola, pito, picha, minga, cipote, chorra, pilila, nabo, pijo...), curiosas resultan las expresiones que sus lectores se inventan sobre el término original en su sección Léxico/séxico. Estereopito: "Ni chico, ni glande". Penetente: "Pene con capuchón". Penetenciario/a: "Encarcelado por capullo". Penetracción: "Polla todoterreno". Penesteroso: "Digno de coñimiseración". Pajatiempo: "Lo que haces cuando te aburres y coges lo que tienes más a mano".

Castrado, reciclado, ridiculizado... Siempre en el punto de mira, siempre manipulable y manipulado. El órgano masculino ha trabajado incansablemente desde que el hombre existe. Y se ha dejado y se deja modificar, transformar, agujerear, tratar, medicar, estimular químicamente y hasta operar para alargarlo y adaptarlo a los nuevos tiempos que corren. La obsesión de las tallas, la proliferación de artilugios que lo ayudan a crecer... Tanta presión, que depresión. "El pobre pene no es todopoderoso, y ese descubrimiento supone un verdadero problema para los hombres. Hay una especie de introducción a la masculinidad que comienza con esa competición de pollas, y con la idea de que, por ser el órgano sexual, el pene es el centro del mundo...", afirma la socióloga Marie-Helene Bourcier, desde el lado de la homosexualidad femenina y preocupada por los tópicos de la identidad sexual. El periodista Didier Lestrade, desde la masculina, puntualiza en Mr. Big: "Para un individuo, el tener un buen pene es una garantía de por vida; aunque le consideren un capullo, él sabe lo que tiene, y eso le hace sentirse superior". Opiniones de los encuestados:

"Leo con frecuencia que el tamaño no importa, pero tengo la sensación de que es mentira, sobre todo escuchando a las mujeres. Quizá se está produciendo, de forma indirecta, una cierta promoción del gran pene, y las jóvenes compran ese producto. Creo que hay una moda, y que a determinado sector femenino sí parece importarle".

"Yo, como estoy contento con mis dimensiones, prefiero que el tamaño sí que importe".
"En su autoestima influye totalmente. Para los tíos es un mito, y los que hablan de que el tamaño no importa, sino que importa la habilidad, es porque por algún sitio hay que salir airoso. Se puede disfrutar de mil maneras al margen de las medidas".

"Importa por prejuicios culturales. El acercamiento de un hombre con pene pequeño es más conflictivo. Y en el momento del encuentro sexual, quien se encuentra con uno grande parte de un nivel más alto de satisfacción; pero todo se puede ir al traste si el poseedor del gran miembro carece de lo que su partenaire espera: morbo, sentido del humor, dulzura, perversión...".

Pero, ¡ay!, además el miembro viril es muy suyo y sólo responde a las órdenes del sistema nervioso autónomo. Y es ahí donde nace de verdad el sufrimiento: a dos millones de españoles no les responde como quisieran, 152 millones de hombres sufren disfunción eréctil en el mundo, 32 millones están sometidos a tratamiento sólo en Europa. "El tamaño y el rendimiento [gatillazo, eyaculación precoz] siguen siendo las grandes bestias negras para ellos". Pero quizá aquí conviene buscar soluciones, y también desdramatizar: "A la hora de la verdad, nosotras lo que queremos es disfrutar. Siempre cuento que la parte más sensible de la vagina son los tres primeros centímetros, que lo importante es usar el pene con gracia, que es el cerebro nuestro mayor órgano erógeno, que cada centímetro de piel es apropiado para producir y producirnos placer, que no todo es penetración... Incluso un tipo con pene minúsculo, si practica buen sexo oral, no tendrá problemas para hallar pareja", opina Sanz.

A la pregunta de si el suyo les responde, ellos suelen decir que sí. Y matizan:

"Incluso creo que ha mejorado".

"Responde siempre, aunque con los años haya épocas más tranquilas. Pero siempre revive, es un monstruito".

"Hasta ahora, afortunadamente, no falla; más perezoso sí es. Desde luego, ya no canto casi nunca eso de 'por las mañanitas, cuando me levanto...".

"Cuando eres adolescente puedes tirarte todo el día prácticamente empalmado. Eso pasa con la edad. Si el estímulo es bueno, responde. Se ha vuelto más selectivo".

¿Y los que hacen de su uso una profesión? Para Max Cortés, de 36 años, uno de los tres actores renombrados (junto a Nacho Vidal y Tony Riva) de la industria del porno nacional, el miembro es una herramienta de trabajo insustituible. "En una película se puede reemplazar todo: la chica, el decorado, la luz..., pero sin una buena polla no hay nada". Según Cortés, el hombre actual se ha domesticado, sí, "pero somos lo que somos: animales", y las feromonas están ahí, "igual que siempre". Dicho esto, opina que se ha pasado de una represión a otra: "Se ha hecho de la libertad sexual casi una obligación: la persona que no es promiscua es criticada, está mal visto. Y creo que ésa también es una opción, tan válida como cualquiera". Concluye: "Se habla más de sexo de lo que se practica... Es una obsesión. Está por todas partes, en la tele, en la publicidad, en las lonas de las fachadas por la ciudad... Sexo, sexo, sexo... Tampoco creo que sea para tanto. Claro, que el día que todo el mundo pueda hacer realidad sus fantasías sexuales, apaga y vámonos, me quedo sin trabajo...".

El pene universal, omnipresente. Reina por doquier: en la naturaleza, el arte, el diseño, la literatura, el cine o la arquitectura. Al menos así lo cree el diseñador Philippe Starck: "Salvo raras excepciones, toda ella es fálica, y lo fálico conduce al machismo, éste a la opresión y ella al totalitarismo". "¿Y si el pene fuera una ciudad?", se pregunta en el documental a la gente de la calle. "Sería París, por la Torre Eiffel", "San Francisco, por las subidas y bajadas", "Tokio, porque es una ciudad que te despierta las ganas", "Lyón, porque rima con pollón". En este contexto, desde el machismo galopante se ha alcanzado otro climax: el de la metrosexualidad. En el inicio del milenio aparece un nuevo sociotipo masculino: el metrosexual. Prototipo: el actor George Clooney. ¿Son hoy los hombres más valorados aquellos cuyo comportamiento más se corresponde con los criterios impuestos por las mujeres? ¿Es ése el gusto femenino? Veámos:

"Lo que me va es el mix perfecto. Me ponen los machos, pero un toque metrosexual es necesario. En la cama, ídem. A los machos-embestidores-yo-me-corro-y-punto no los soporto. Y siguen existiendo".

"A mí me gusta el macho sensible. Y no hay tanto metrosexual por el mundo, eso sólo afecta a determinados círculos; fuera de ellos sigue predominando el macho ibérico típico y tópico".
"La metrosexualidad en la cama no sé exactamente lo que significa. A mí me gusta un tío cariñoso, pero tío-tío".

"El hombre corriente no es para nada metrosexual. Muchos se resisten a cuidarse porque piensan que no necesitan estar estupendos para nosotras. Personalmente me gustan los hombres con aspecto fuerte, varonil y de macho".

Y si los gays marcan gustos, tamaños y tendencias, las mujeres han decidido coger el toro por los cuernos, activas, más libres, se dedican hasta a la política y campan a sus anchas: dejan a sus parejas en casa, salen solas, compran consoladores... "Las relaciones sexuales heterosexuales están viviendo un cambio brutal últimamente. Sin que lleguen a dominar las mujeres, sí que es verdad que han tenido un cambio de actitud notable. Desde luego, ya no son tan sumisas ni se pliegan tanto a los deseos de los hombres. Ellas saben lo que quieren y lo piden. Quizá ellos tengan ahora más miedo: porque si un hombre no sabe tratarte, te buscas otro", sigue Sanz.
Porque el pene no sería nada sin estímulos, manos que acarician, espacios donde cobijarse y crecerse. Lo sabe bien Maite Merino, productora y actriz de Monólogos de la vagina, obra en cartel desde hace siete años (ahora en el teatro Nuevo Alcalá de Madrid): "La obra habla de las emociones de la mujer; no aparece el hombre, pero está siempre presente. Y ha tenido tanto éxito, tantas reacciones y tanto público masculino que lo que se está pidiendo a gritos ahora es un monólogo del hombre en general, para reflexionar sobre los cambios vividos, bien escrito, en profundidad". Para Merino, afortunadamente desapareció ya el macho ibérico, "pero tampoco hace falta que ellos sean de repente como una mujer; el hombre se debe resituar". Las opiniones del público ante la obra, señala, son distintas entre sexos. "Las mujeres muestran al principio una sonrisa que luego se les congela cuando se reconocen en esas situaciones tan absurdas; es eso de: me río, pero en realidad es para llorar...". Ellos, por el contrario, sueltan carcajadas: "Sienten que no se les ataca, no se les hace responsables del orgasmo femenino". Para Merino, si la mujer no conoce su cuerpo, su herramienta, si está cohibida... "¿cómo puede exigir nada a nadie? Debemos asumir también nuestra responsabilidad en las relaciones".

"¿Qué harías si tuvieras un pene?", se les pregunta a las chicas en Mr. Big: "Me masturbaría muy a menudo", "Haría pipí de pie", "Me darían ganas de meterla en una playa de arena suave y blanca", "Evitaría hacer lo que hacen los hombres, rascármela por la mañana", "Jamás soñé con ser un hombre", "Me hace especial ilusión estar embarazada de un varón, es cómo si por fin tuviera el pene soñado".

¿Es éste el principio del fin, el declive de una sociedad falocrática y desigual?, se preguntan. "¿Será el sino del género masculino guardar su pene en lo alto del armario y dejarse suplir en la cama por un juguete sexual capaz de mantenerse erecto las 24 horas?". ¿Será el miembro viril sustituido por artefactos? No rotundo, es la respuesta:

"Los artilugios, para los masocas. La Viagra y similares han venido en un momento clave".

"Hay una mercadotecnia sobre el acto sexual que se va imponiendo. La gente busca cosas nuevas, y los juguetes ayudan".

"Hay sucedáneos de todo. Pero yo soy más que un pene incluso hace 20 años".

"No. Los juguetes están muy bien y son muy morbosos y estimulantes; pero nada comparado a un pene, tanto el de tu compañero como el tuyo mismo".

"En mi caso, evidentemente, no creo que se pueda sustituir por un aparato. A lo mejor mi chica te diría que sí".

"No. Los aparatos son sólo un complemento para jugar con tu pareja o sin ella".

"Pues no. Si tienes hambre comes fast food si no hay más remedio, pero a todos nos gusta más la comida casera de toda la vida, rica, condimentada y bien elaborada".

"No. Serán sus aliados".

"Un gran falo sin cerebro se puede adquirir en un sex-shop", contestaba un día Vampirella a una lectora.

Lo que no venden en ningún sitio es el deseo. Y menos, su tamaño.

El futuro pasa por la fusión de opciones e ideas, como siempre estuvo en la fusión e intercambio de los cuerpos. Un mundo múltiple, entre lo que dice la filósofa feminista Susan Bordo -"el pene, lejos de ser un impenetrable caballero con armadura, en realidad lleva el corazón en la funda"- y lo que opina el porno-star Max Cortés -"mucho cambio en tres décadas, pero métete en la cama y no folles, ya verás"-.

Así sigue la cosa: vivita y coleando.

Reportaje: "La balserita".

"La verdadera historia de la balserita", publicado en la revista El Sábado de "El Mercurio", reportaje galardonado con el Gran Premio Periodismo de Excelencia 2005, entregado por la Universidad Alberto Hurtado.

La verdadera historia de "la balserita"
Martes 6 de Diciembre de 2005 14:05 Revista "El Sábado" de El Mercurio

Se convirtió en el símbolo del sacrificio de los estudiantes rurales del país. Su historia inspiró discursos políticos, movilizó autoridades, agilizó planes comunales y le regaló algo de atención a su apartado pueblo. El único detalle es que su historia no era exactamente como se contó. Esta es la historia que usted no ha leído: la de un alcalde, un pueblo que pide atención, una niña, un trozo de plumavit y un país que siguió la corriente.
Por Francisco Aravena F., desde Puerto Gala, XI Región.04 de Junio de 2005

El estigma de "tierra sin ley" les duró un tiempo pero ya terminó. Se fue con las leyendas de la fundación, con las historias cocinadas al amparo del nylon que cobijó a los primeros aventureros, suicidas o todas las anteriores que llegaron a instalarse a esta isla poco amable para el poblamiento humano. La merluza era abundante, era rentable y fue capaz de transformar un hábitat hostil en un fértil mini continente de hombres solos. Y cuando los hombres están solos llegan los problemas: de aislamiento, de condiciones de vida, de impunidad, de prostitución nómada.

Salvo que en esta parte del mundo y en ese momento de la historia, llegaba un señor grande de túnicas largas que desafiaba el clima y la topografía y pujaba con una voluntad que sólo podía ser, como muchos creen, divina. El padre Antonio Ronchi llegó a los "pueblos de plástico" que comenzaban a establecerse más definitivamente ­a pesar del fin del boom pesquero- y los empujó para que crecieran como pueblo. Y les dio una iglesia a donde ir y una escuela donde educar a sus niños.

Y así fue como en Puerto Gala, en la isla Toto, en el Archipiélago de los Chonos, en la Undécima Región, en el sur de Chile, la vida ­la real, la que Dios quiere para sus fieles­ fue posible. La Escuela Madre de la Divina Providencia se fundó en 1993. Cuatro años más tarde, el padre moriría.

Esa es la historia de la escuela de Puerto Gala, donde asiste Carolina Pate, la niña de diez años que se convirtió en un símbolo y se hizo famosa como "la balserita" después de que los medios regionales primero y los nacionales después contaran y reprodujeran la que se suponía era su historia: que todos los días tomaba su pequeña e improvisada balsa de plumavit ­bautizada como Yeriksa II­ para navegar por el mar 20 minutos desde su casa, en la llamada Caleta Chica de Puerto Gala, hasta la escuela. Que desafiaba los peligros de la navegación para evitar los peligros de caminar por un sendero rocoso y resbaladizo, ante la falta de una pasarela que uniera su caleta con la de la escuela. Que debía soportar temperaturas de hasta diez grados bajo cero.

La verdad, sin embargo, era otra.
Puerto Gala no es una "tierra sin ley", sino una tierra con sus propias leyes. Rocas más que tierra, para ser más precisos, que han sido domesticadas por la comunidad a punta de pasarelas, plataformas, palafitos y, por supuesto, botes.

Si las pasarelas son las veredas, el agua es la calle. Y ya se sabe que los niños juegan en la calle. "En verano, con tiempo de verano, hay varios chicos que juegan con ese asunto del plumavit", dice Marbi Zúñiga, tesorera del Centro de Padres de la escuela. Uno de esos niños es Carolina Pate, que vive con sus padres en Caleta Chica. En ese "juguete", un día de abril, Carolina llegó hasta la escuela. Al día siguiente, según cuentan los vecinos y la directora de la escuela, repitió la gracia. "Le mandé una comunicación al apoderado. No vino ni la mamá ni el papá, pero yo fui específica en que el medio era riesgoso", recuerda Miriam Barría, destacando que eso nunca había pasado antes y nunca volvió a pasar.

Pero ese segundo día sucedió algo inusual: el alcalde de Cisnes ­a cuya municipalidad pertenece Puerto Gala­ había ido de visita. El socialista Luis Arsenio Valdés había asumido en diciembre pasado, y había llegado a Puerto Gala junto con algunos colaboradores para interiorizarse de los problemas de la zona. Cuando llegó, le llamó la atención la balsa de plumavit en el embarcadero. Preguntó y le contaron que una niña se había ido a la escuela a bordo de ella. "Y ubiqué a la niña y empezamos a conversar. Y le pedimos que nos mostrara su balsa, y nos llamó la atención", recuerda el alcalde. Un colaborador del edil le tomó una foto a bordo de la balsa. "Le dije: ¿Sabes qué? ¿Hagamos una nota con esto? Un poco para demostrar las condiciones de vida de allá, sin ningún ánimo de nada. Y me quedó grabado, porque dijimos: hagamos una nota diferente", comenta Valdés. De vuelta en Puerto Cisnes, escribieron un comunicado de prensa con la historia de Carolina. El texto contenía dos imprecisiones clave: decía que Carolina viajaba diariamente a su escuela a bordo de su balsa (cuando en realidad sólo se había trasladado en ese medio dos días) y que tardaba veinte minutos en el trayecto de trescientos metros. Improbable, si se considera que para eso tendría que haberse desplazado a menos de un kilómetro por hora, en una porción de agua sin corriente ni mayor movimiento.

El comunicado se lo enviaron a los dos diarios regionales: El Diario Aysén y El Divisadero, ambos situados en Coyhaique. Y de ahí saltó a los medios nacionales.

En los relatos iba creciendo el mito de "la balserita". "Yo llevo 14 años viviendo acá, y nunca hemos tenido diez grados bajo cero", dice Marbi Zúñiga a modo de ejemplo. Pero ya la bola de nieve había comenzado a crecer. La última vez que este poblado había recibido algo de atención de los medios nacionales fue en 2000, cuando se filmó allá la película "La fiebre del loco", de Andrés Wood.

Hugo Araya, director de El Divisadero, explica que la noticia llegó "en un momento especial" a la zona. "Había a nivel regional toda una corriente de mucha denuncia sobre las localidades apartadas. Lo de esta niña vino a coronar una demanda social", explica.

El mismo alcalde le avisó, a poco de iniciarse el remezón noticioso, a la directora de la escuela. "Me llamó y me dijo: Se ha armado una revolución. Me está llamando el Sename", recuerda Miriam Barría. "Se vio como algo negativo", dice. "Como que permitíamos que una de nuestras niñas arriesgara la vida", se lamenta.

En el foro "Desigualdad de oportunidades: ¿La vergüenza de Chile?" organizado por revista Capital el 4 de mayo, los candidatos presidenciales de entonces, Michelle Bachelet, Soledad Alvear y Joaquín Lavín tuvieron momento, para destacar el ejemplo que representaba "la balserita" para el país al que debemos aspirar.

El alcalde Valdés reconoce: "Nunca pensamos en todos los coletazos que iba a significar".

No es un caso único el suyo. De los 23 alumnos de la escuela, 16 llegan por agua. De ellos, Carolina es de las que vive más cerca. "En cualquier parte hay padres que son responsables y otros no. Y la Carolina... su papá tiene dos botes. Y los días que no hay pesca tiene un vecino que le deja una panga (lancha a motor) que tiene hasta casetita", asegura Marbi Zúñiga, del centro de padres. "Pero el papá sale a veces; si no, la Carolina tiene que bajar sola al muelle y que alguien la traiga. Aunque él tenga los botes ahí".

El padre de Carolina es Juan Antonio Pate, y llegó a Puerto Gala junto a su padre desde su natal Isla de Pascua hace casi dos décadas. Es conocido en la isla como "el pascuero".

David Acevedo, el alcalde de mar ­un civil a quien la Armada le encomienda la supervisión de las normas de navegación en la isla­, dice que cuando el caso de Carolina Pate llegó a los diarios, él ya tenía varias infracciones acumuladas contra "el pascuero", principalmente por salir a pescar con su hijo mayor ­de 18 años­ sin que éste tuviera su documentación al día. Con el tema de "la balserita", Acevedo ­marido de Zúñiga­ recibió una llamada desde Puerto Cisnes. "Me llamó el almirante de la Segunda Zona, preguntándome qué estaba pasando. Y yo le expliqué que era primera vez que pasaba, que no era tanto lo que decían, que la chica se demoraba cinco minutos, menos a veces, y que lo hizo por primera vez y justo vino el alcalde", recuerda Acevedo, quien fue a llamarle la atención a Pate. "Le dije que se preocupara por su chica. Y él contestó que no estaba ni ahí con lo que ella hiciera".

Pate fue citado a declarar a Puerto Cisnes por la Capitanía de puerto de la zona. Según Acevedo, la citación estaba más relacionada con infracciones previas que con el caso de la niña.

Miriam Barría admite que el señor Pate no es de los apoderados que van a la escuela. "Al papá por acá no lo he visto. No sé ¿una vez vino? Los niños hacen invitaciones para varias festividades, y yo nunca lo he visto. Ni en las reuniones. La mamá viene de vez en cuando", admite.

Carolina, por su parte, una niña con personalidad, es descrita por su profesora como "inteligente, cariñosa, muy afectiva". También le dicen "la huevo" o "la huevito", apodo derivado del original, "la comehuevos", por su gusto por ese alimento cuando chica. Su profesora y sus vecinos coinciden en que le gusta llamar la atención. En aquella decisiva visita del alcalde, le comentó que cuando grande quería ser modelo. Cuando la intercepté saliendo a recreo, antes de que corriera a tomar su lugar con sus compañeros a la mesa del pan amasado y la leche, le pregunté como quién quería hacer. "Como la Pamela", dijo. Díaz, deduje.

El alcalde Luis Arsenio Valdés se declara impresionado por el carisma de Carolina. Y recuerda un diálogo que no incluyó en su tan difundida nota a la prensa. "Fue una cosa que me llamó mucho la atención: dijo que cuando grande quería ser y quedó pensando. Lo que no puedo, dijo. ¿Por qué? Es que mi papá me dijo que yo no podía ser lo que quiero ser. ­ ¿Y qué quieres ser tú? ­Modelo ­¿Y por qué no? ­No, porque yo soy fea, dijo".

La "revolución" de la que advirtió el alcalde a la directora de la escuela no se limitaba al impacto mediático ni a la llamada del Sename en relación con Carolina. Las autoridades nacionales empezaron a mirar a Puerto Gala y a agilizar procesos pendientes en la zona que parecían estar estancados.

Primero llegaron las soluciones de corto plazo. Llegaron con cobertura periodística, por supuesto.

Una empresa privada ofreció regalarle un kayak a Carolina, para que su navegación fuera más segura. La empresa Hendaya, que distribuye ahí los alimentos de la Junta de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), anunció una donación de cien mil pesos mensuales para que un bote a motor trasladara a Carolina y los otros quince niños que necesitaban llegar por agua a la escuela todos los días. El director nacional de Junaeb, Cristián Martínez, se apersonó para entregarle a Carolina 93 mil pesos en efectivo correspondientes a una beca indígena. Además, le concedió una medalla de honor para premiar su esfuerzo y el ejemplo que representaba.

Para entregarle la medalla hicieron una ceremonia. "Ese día me dijeron a mí que le dijera a la mamá que viniera. Pero Pascuero no le quiso dar permiso", recuerda Marbi Zúñiga. "Ese día me dio pena, porque independiente de cualquier cosa, cualquier niño se siente contento de recibir cualquier regalito si está el papá o la mamá presente. La Carolina se puso triste ese día. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Me dijo: tía Marbi ¿va a venir mi mamá?".

"Cada vez que siento que sale algo más de la balsera, yo digo ¡Huuuuy!", me confiesa Luis Arsenio Valdés tapándose la cara y dejando oír una leve risa nerviosa.

El alcalde Valdés volvió a Puerto Gala junto a un equipo de TVN y acompañado por el Seremi de Bienes Nacionales, para entregar unos títulos de dominio. Ahí les explicó a los vecinos lo que estaba pasando. "Me habían comentado que a algunos no les había gustado. Y les dije que si había alguien responsable de ese tema, era yo, porque yo era responsable en haber mandado la noticia, pero nunca pensando en lo que pudiera suceder", relata. "Pero en todo caso, todo lo que estaba sucediendo era positivo, porque de alguna era mostrar un estilo de vida donde se pueden hacer muchas cosas".

Él destaca que las consecuencias han sido positivas. "Se adelantó una licitación de un programa de pasarelas participativas del ministerio de Vivienda, y otro proyecto que fue enviado a la Subdere, por 29 millones para hacer la pasarela que eventualmente solucione el problema". Valdés explica que ya estaba aprobada una pasarela para unir otras caletas de Puerto Gala. Pero después del caso mediático se aprobó licitar la que unía también Caleta Chica, donde vive Carolina. Fue el intendente de Aisén, Iván Gutiérrez, quien le pidió agregar ese tramo. "El intendente no tenía conocimiento de eso, no tenía por qué saber que faltaba eso, y ahí apareció como necesidad esos 300 metros de pasarela faltante", comenta Valdés.

Gutiérrez, además, envió un oficio a Adriana Delpiano, subsecretaria de desarrollo regional, para pedirle urgencia a los proyectos relacionados con la comunidad de Puerto Gala. En su segundo párrafo, dice que el caso está relacionado con el de Carolina Pate "que ha tenido gran exposición mediática".

Otros proyectos ­ya existentes, pero ahora revitalizados­ son la construcción de casetas sanitarias y la adquisición de un generador que abastezca a todas las casas, a través de un nuevo tendido eléctrico. "Son mil trescientos cuarenta millones para (Puerto) Gala y (Puerto) Gaviota (comunidad vecina que vive en similares condiciones)", dice Valdés. "Es mucha, mucha plata".

También se adelantó la visita a Puerto Gala de Luis Claudio Bahamondes, fiscalizador del Seremi de Educación. Bahamondes cuenta que a la escuela Puerto Gala va una vez al año, con la misión de constatar el cumplimiento de las condiciones de la subvención estatal: el pago a los docentes y la mantención de la infraestructura. La última vez que había estado ahí había sido el 28 de septiembre, pues el viaje se programa esperando un buen clima. Pero en mayo está aquí de nuevo, recibiéndome en la oficina de la directora de la escuela. "Ahora vine por el revuelo que tuvo la noticia", me explica.

Pero la situación que constata en la escuela no ha cambiado mucho. Y es mala. El pago a los docentes se cumple: a los dos únicos profesores que tienen a su cargo la educación de veintitrés alumnos, que se agrupan en dos cursos, de primero a sexto y de séptimo a octavo. En cuanto a la infraestructura, detalla Bahamondes, la situación es pésima. "Del cerro le cae el agua, las fundaciones están húmedas, las bases se están pudriendo", comenta. "Tiene goteras. El viento suelta el zinc. Los extintores están vencidos", sigue enumerando con cara de resignación.

"Con esta escuela hay problemas de financiamiento por la hoja de matrícula. Ha bajado como en un 50 por ciento en dos años. Eso obviamente baja la subvención", explica.

"Se debe a la baja de la natalidad", dice más tarde la directora Barría. "Y algunas familias se fueron. Se han ido por el tema de la pesca. Sienten que se les están acortando las ayudas", dice en relación a los problemas de la pesca artesanal. "El colegio se sostiene porque hay niños. Por eso el padre Antonio hizo este colegio".

Pero hay menos niños. Ello ha significado que, a partir de este año, el colegio dejó de ser un internado, como lo fue desde su fundación justamente para evitar los problemas de transporte diario de los niños. Ahora las piezas del segundo piso están vacías.

Miriam Barría dice que la situación es tal que ni siquiera está garantizado su funcionamiento el próximo año. Aunque en el papel la escuela es particular subvencionada, es escaso el aporte que recibe fuera del estatal. El sostenedor es la Fundación Obra Padre Antonio Ronchi, que también administra la otra escuela fundada por el misionero italiano, en Puerto Gaviota. Uno de los directores de la fundación es el hombre a quien Ronchi designó como su albacea antes de morir en 1997: Antonio Horvath, senador de Renovación Nacional. En la escuela temen que ese hecho los perjudique en la manera en que el gobierno atiende sus necesidades. Y en el gobierno ­puntualmente el intendente Gutiérrez­ emplazan a Horvath a que resuelva los problemas de las escuelas de la fundación.

Comenta Barría que recién este año, debido a lo grave de la crisis, pusieron un arancel mensual que debían pagar los apoderados ­que antes sólo daban donaciones voluntarias­, pero quienes en realidad han pagado esos cinco mil pesos mensuales son "como la mitad".

"Acá se vive tranquilo", me comenta, en la cocina de la escuela, Ester Leal, vice- presidenta de la junta de vecinos, quien lleva once años poniendo la comida en la mesa de los alumnos. "Pero ya no hay futuro", se lamenta. Por eso para Ester fue, aunque sorprendente, positivo el revuelo provocado en torno a Carolina. "Lo tomé como un ejemplo para los niños de la ciudad. Porque los padres les dan todo y se lo farrean", dice Ester, que vivió en Santiago antes de trasladarse, con su marido pescador, a Puerto Gala. Ahí, dice, se transformó en una mejor persona porque conoció a Antonio Ronchi. "El padre nos enseñó a luchar. Él me enseñó a ser así. Antes yo era egoísta. Él me abrió los ojos", dice Ester.

"Uno no tiene que dejar que esto se muera. Estos eran los sueños del padre. No arranquen como ratones, luchen por lo que quieren, nos decía".

En esta situación de crisis, quienes trabajan en la escuela recurren con más fuerza a la imagen a la que más veneran. "Yo les digo a los niños más chicos: Ustedes no lo conocieron, pero los niños más grandes lo vieron llegando mojado, enfermo, a hacer reuniones, organizándonos, haciendo proyectos, movilizándonos", recuerda Miriam Barría, quien está en la escuela desde su fundación. "Conocí al padre en Chiloé. Me ofreció venirme con él y le dije ya sin saber a dónde", dice. "Dios te pone cosas en el camino".

Son esas cosas en el camino las que Miriam Barría espera con fe. "El padre siempre decía: la Divina Providencia proveerá", recuerda.

Ella lamentó "lo negativo" de la historia de "la balserita" y ahora se excusa de sacar a Carolina de clases para hablar conmigo porque no quiere acentuar esa desigualdad de atención que se generó con los niños. "Los chicos ya no quieren saber más del tema", dice sonriente. Pero Dios te pone cosas en el camino. Y la atención de las autoridades y los medios, aunque se por una historia que no es real, puede ser una de esas cosas.

Es, somos, soy, quizá, parte de un plan divino.

Sólo queda tener fe. Y resistir